lunes, 9 de julio de 2012

Un día que fui vagabundo.



No tengo otro papel, ni reloj, ni brújula.
Camino hacia ninguna parte, nadie me espera en casa
Porque no tengo nadie ni tengo casa.
Un perro en el parque Bulnes me habla de cómo están los amigxs.
“el otro día vinieron ellos, solo encontraron a la Susana.
Le pegaron hasta llorar y se fueron, es valiente la susi, nunca llora, el otro día fue su funeral”
Así voy conversando con los perros y admirando la elegancia de los felinos, estos hermanitos a pesar de la vida en la calle nunca olvidan ronronear, conocí a uno que nunca abandono su casa y cuando entraron los que trabajan disparando y cuidando que todo siga tristemente igual, el dio cara, estoy seguro que ellos lo mataron.
A llovido en la ciudad sin sueños, la gente pasea por las vitrinas, pensando en lo infeliz que es, mientras la oferta le dice que con esto serás feliz, pero la historia dicta “puedes tenerlo todo y no encontrar la felicidad”.
Una pareja se sienta frente a mí, sonríen, yo te traigo con nostalgia al recuerdo ¿Dónde estarás?  Lo último que dijiste fue
-         Me voy, chao, te amo.
Caminaste por la línea del tren, yo con tanto vino y ron rancio no pude ni pararme, y así fue, siempre imagine que fuera así, a veces creo que fue mi culpa por andar imaginando weas.
Pero tú con canto desafinado y profético decías.

-         Volando voy, volando vengo, por el camino yo me entretengo, enamorada de la vida aun que a veces duela”.

Si duele. Tu ausencia, hoy vivo con una culpa imaginaria, por el siguiente conjuro que al despertar de la resaca aquella te tire.
-         Ojala que la mate el tren.

Han pasado tres años sin saber de ti y quiero que mis dones de brujo no hagan efecto. 

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