lunes, 9 de julio de 2012

A dentro.


Abre sus fauces la cuncuna metálica, a dentro miles de caras muy pocas sonríen, la mayoría muestran la rutina infame de vivir casi por obligación. Una me llama la atención y en este viaje no es por su belleza (que es innegable) de sus ojos brotan pelusas de agua, a su lado un desconocido (imagino yo) porque ni una célula de pena se le mueve y la miseria de mi mente comienza un parloteo que si fuera una oración, esto sería una iglesia “nadie la ayuda, ni le pregunta que le pasa, que gente más de mierda”
Se abre la puerta, soy escupido, ella continua el viaje, camino unos pasos y reflexiono. “soy una mierda”
Pd: ojala tu mujer de las pelusas, no te hayas matado por la pena y la indiferencia.  

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